domingo, 14 de octubre de 2012

Luna Nueva

Luna Nueva

Ella aparece en mi alcoba y se posa en mi cama. La veo entre mis sabanas con su cuerpo pequeño e inmaculado haciéndome sentir mi sexo cubierto de vida. Mi alma tiene alegría al ser tentado por la virgen/ súcubo con sus pupilas dilatadas y su cuerpo de Diosa Luna. Veo su cuerpo desnudo, ausente de miedo presta al sentir. Mi ser pierde la compostura y me declaro en estos instantes entregado a mis deseos naturales más retorcidos.

Ella se arrodilla y respira fuerte una bocanada de aire, traga mi pene con lentitud, entrando y saliendo constantemente. Aleja un poco su boca y escupe en mi miembro eréctil para llevarlo nuevamente a su boca mientras con sus manos se toca los senos y su sexo. Me mira con lujuria a los ojos mientras me la come dibujándose una sonrisa picara en su rostro. Ella sabe que eso me calienta más de lo que estoy. Pasa la lengua repetidamente por mi pene masturbándose en el acto. Su sonrisa se vuelve una expresión de morbo y placer. Vuelve a escupir en pene y vuelve a atragantarse una y otra vez.

Me desespero del placer. La tumbo sobre la cama y volteo su cuerpo. La beso en la espalda, en sus caderas y en sus nalgas, encontrando tres lunares pequeños. Me pierdo en ellos con mi lengua, doy pequeños mordiscos casi sin fuerza sobre aquellas nalgas tan blancas y perfectas. Tomo sus senos con mis dedos acariciándolos suavemente y los comienzo a apretar. La escucho gemir. Voy bajando por su cuerpo consagrándome a su placer. Navego por sus piernas tomando sus muslos como punto de referencia, hasta llegar a su clítoris y en ese instante aprieto de nuevo sus senos con gran fuerza. Ella con sus manos aferra mi cabeza con fuerza y mueve sus caderas. Escupo mi saliva en su sexo y vientre mientras busco enlazar mi mirada con la de ella. Se dibuja una sonrisa en mi rostro. Ella estira las piernas y empuja de nuevo mi cabeza contra su sexo haciendo que mi lengua entre un poco más. Finalmente se entrega a llegar en mi boca.

Mi cabeza oscila entre libido y alegría, la miro de modo felino. Subo hasta su boca y la beso con lujuria, sintiendo su lengua enredarse con la mía. Levanto sus piernas con mi mano izquierda hasta descansarlas sobre mi pecho. Acaricio su sexo con mi pene. Entro y ella gime en una mezcla de dolor y de placer. Tomo sus manos y las hago hacia arriba apretándolas con mi mano derecha, sometiéndola a mis embestidas. Tomo su cuello con mi mano izquierda y empiezo a ahorcarla mientras siento como se revuelca de placer tras cada movimiento. Gime, gimo, grita, gruño. Siento como deseo llegar pero todavía no es tiempo. Ella se mueve más lento entre la satisfacción y el cansancio.

Me hago a un lado y me acuesto. Ella se sienta encima mío, con su sexo sobre mi cara y mi boca. Mueve sus caderas y su sexo mientras mi lengua lame su sexo. Me llevo una mano hacia abajo para masturbarme. Después de un tiempo de estar así y sentir como sus piernas flaquean del placer, siento como mi líquido va empezando a emerger. Paso la lengua con rapidez y muevo mi mano en mi pene con ímpetu hasta el momento que le anuncio que voy a llegar. Ella baja su cuerpo y coloca su boca rápidamente, recibiéndome en su cara y en su boca. Lame los residuos que quedan en mi cuerpo y mete en su boca mi pene hasta que éste pierde forma. Me hago a un lado con cara de satisfacción. Ella sonríe.

En ese instante identifico mi sentimiento. Amor enlazado con lujuria.

La miro y encuentro en su mirada algo de apatía. Se aparta de mi lado, la culpa la rodea. En contraposición, el sadismo por parte mío sigue presente. La misantropía se desborda en sus ojos y me mira con profundo fastidio/asco. La sonrisa sigue mostrándose en mi rostro junto con la ironía característica de mí ser. Nos vestimos pacientemente y en silencio. Salimos de la casa y la acompaño a caminar un rato. Los dos seguimos callados. Ella se encuentra con sus pupilas dilatadas envueltas en odio hacia todo (incluido yo). Por mi parte, yo sigo sonriendo en un estado de felicidad, satisfacción e ironía.

En ese momento comprendo lo que me habían dicho acerca del amor, puedo soportarla, soporto su misantropía escogiendo hacerlo. Es una decisión que tome junto con la de estar a su lado. Me mira sin saber cómo reaccionar, parece que no puede explicarse que es lo que sucedió y se ve dubitativa. Me coge fuerte de la mano a pesar de odiarme en ese instante. Creo que también me ama pero no puede explicárselo.

Nos despedimos un poco fríos, se aleja hacia su casa. Sigo sonriendo con la convicción de que volverá a mi lado.

El resto de día se esfuma entre sinfonías destructivas e imágenes de aquella noche lujuriosa que nos entregamos al sentir sempiterno. Almas cubiertas de caricias, saliva, asfixia, caos, ironía, misantropía. Es el amor en todas sus cualidades.

En mi cabeza rondan miles de preguntas de todo lo que pasa a mí alrededor, pero la única a la cual no encuentro respuesta es: ¿Cómo haremos para no terminar destruyéndonos?


Texto: John Blair

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