jueves, 21 de junio de 2012

Un mal rollo


UN MAL ROLLO

Tomándome una cerveza en un lugar y esperando a la puta de turno, me di cuenta del mal rollo de mi vida, el fatalismo tan inmerso en mi interior. La gente por lo general sonríe, se contenta, busca comprar para estar bien. Yo por mi parte, no puedo encontrarme bien sino solo en el orgasmo o en la biblioteca.

Definitivamente el problema de todo el mundo es la fatalidad y su morbosidad ante ella. Cuando alguien comenta que está alegre, se revienta algo en la cabeza y simplemente se esboza una pequeña media sonrisa, tratando de ignorar la envidia hacia aquella persona, pasando por alto el comentario. Pero cuando alguien comenta que todo es una mierda, se le hace pleitesía a ese ser, se le publica en revistas, se le hace la venia cuando pasa la esquina, se concuerda en que la razón principal es que se debe estar mierda todo el tiempo y se busca un reflejo mientras se ignoran los problemas.

El fatalismo desemboca en tragedia y después todos se preguntan de la razón por la cual alguien se pego el tiro, por la razón de haber asesinado a esas personas en ese restaurante o sobre la razón de la bomba en el cementerio. El fatalismo se inocula en cada vena y llega a sobrepasar eso que le llaman "alegría de vivir", creando corazones que no sueñan e ideas que se estancan.

Reponerse a todo ese estado es difícil cuando la sociedad te desmoraliza con tanta realidad cruda y a la vez te pide sonreír en una entrevista. Las personas toman como saludo la pregunta "¿estás bien?" pero realmente no quieren conocer la respuesta. Te colapsan la cabeza con restricciones cuando se demuestra la euforia, pero te piden que no muestres esa cara de angustia, así tu esposa esté en el hospital con los brazos cortados porque no aguanto la ultima depresión. El tiempo se va desapareciendo y tus neuronas ya no procesan el día de 24 horas sin antes malgastarse en chismes, comida adelgazante y corbatas mal puestas.

Se critica, se somete y mientras más tratas de no romperte la cabeza, más vomito sale de tu cuerpo directo al inodoro. Se critica y se somete, reduciendo al hombre a solo una cifra, un cargo o a un horario, solo teniendo en cuenta sus sueños profesionales y como estos deben ser acordes a donde labora. Lo peor de todo ese mal rollo es que te lo hacen creer y vos te vas comiendo las falsedades de los demás mientras te prometen una casa, un carro y un dedo en el trasero para lograrlo.

Ahora, salgo directo a la casa con la puta dispuesta a tener sexo conmigo por poco dinero y un lugar donde descansar esta noche. En algún momento fue periodista, pero la vida de calle y las ganas de ganar más dinero la llevo a decisiones fuertes. No puedo decir demasiado, yo me prostituyo por un sueldo y una palmada al finalizar cada proyecto.

Nado en ideas y lo único que me calma es pensar en mi cuerpo tirado a plena noche por un disparo en la cabeza. El cráneo reventado y la sangre corriendo, la gente alborotada y yo con una sonrisa, la que todos desean ver al finalizar la jornada. Al final, la muerte es la única liberadora.

Texto: John Blair

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