lunes, 12 de mayo de 2014

Descanso

Descanso

Por más que lo intentaba, Juan Pablo Castel no podía entrar en la cabeza de María. Aquel pintor, por más que amaba a María Iriarte, se preguntaba todas las mañanas: ¿Por qué ella se ríe de mí?
Juan Pablo observó cómo los ojos de María perdían brillo hasta quedar muertos, sus manos apretaban el pequeño cuello. Su amor lo consumía mientras recordaba la sonrisa de ella que lentamente se convertía en carcajada.

Después de sentir cómo ella dejó de respirar, Ernesto Sábato se levantó de su silla. Abrió la ventana de su estudio, sacó un cigarro de la cajetilla, lo prendió y aspiró.

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