lunes, 12 de octubre de 2015

Impulsos

Impulsos

A veces duermo y la veo entre sueños y le digo que sus lunares son tan hermosos como pequeñas constelaciones y su piel sabe a la leche que emana de la eternidad; que sus piernas son carreteras que van al abismo, y que sus sonrisas son pequeñas gotas que caen sobre el arcoíris por la mañana. Luego cuando nos vemos poco nos decimos, poco podemos hablar de nosotros, de nuestra vida, de nuestros abismos, y pasamos tomándonos un café sin que de nuestra boca salga algún arcoíris. Ella se convierte en una espiral sobre la cual va mi vida cayendo sin sentido, pienso que me trasboca hacia el pasado, pero después de un tiempo con solo tres palabras me recoge y trata de agarrarme entre sus piernas, con sus tangas tan azules que el cielo se avergüenza de poseer ese color. Ella me susurra muy cerquita que no quiere follarme, pero no le creo, me agarra mi entrepierna y su lengua triperina sale de su boca directo a mi pene con toda la alegría que puede sentir un conejo recién muerto, y me deja pensando en sus costillas mientras acomoda sus caderas entre mis manos...

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