lunes, 16 de noviembre de 2015

Empatia

Empatía

Cuando el tipo al que estaba entrevistando me contó cómo había desollado a esos dos niños con lujo de detalles, me dieron ganas de trasbocar toda la esperanza que no se había ido de mi humanidad. Todas las imágenes se formaban tan claras en mi cabeza que me sentía la víctima y al mismo tiempo el victimario. Esa noche, ya en la casa, traté de dormir pero no podía, soñaba con un cuarto vacío y una lámpara alumbrando a una hermosa niña, de cabello muy negro y ojos muy grises, entraba y salía un cuchillo y sus gritos se quedaban reverberando en mi cabeza. Al día siguiente tenía que seguir la entrevista para poder realizar el artículo del top 10 de asesinos todavía vivos entre las rejas, pero no quería levantarme de la cama. Tan solo pude dormir dos horas y después volví a ver al tipo. Empezó hablándome de las voces que lo asechaban, seguramente para que yo fuera testigo de su alegato por locura, pero a la mitad de la entrevista, cuando me vio tan demacrado, me preguntó por mis sueños. Empatía cero me dijo, y no quiso seguir hablando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario