lunes, 9 de noviembre de 2015

Partida

Partida

Jazmín no quería sonreírme, llevaba dos días con el ceño fruncido y me esquivaba cada vez que la miraba. Cuando me le acercaba decía que todavía no era tiempo y me dejaba hablando solo, mientras yo trataba de explicarle que la necesitaba.
Hoy por fin ha sonreído. Y su sonrisa es tan hermosa como una bandada de golondrinas migrando, como el sonido de un piano afinado, como si Dios se hubiera tomado dos días de descanso antes de dibujar su sonrisa. Jazmín Se me acercó y me besó, ya es hora corazón. Me entrego un avión de papel y me dijo que pronto se iría, pero que si quería seguirla, debía soplar el avión y allí aparecería el nombre de la ciudad donde ella estaría. Todavía no sé si creer ese artilugio para calmar a un crío como yo, pero le ruego a Dios y al Diablo que funcione, porque sino me enloqueceré y la buscaré por todo el mundo, en cada provincia y en cada sonrisa que me entregue el viento.

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